La educación es el motor de un país; qué digo de un país, es el motor de la humanidad. Sin educación estamos perdidos, porque perdemos el rumbo y esto afecta a todo lo que nos rodea. Educar para reducir el impacto medioambiental se ha convertido en una necesidad urgente. Ser más ecológicos y sostenibles es urgente.

Los valores nos enseñan muchas cosas importantes en todos los aspectos, además influyen a la hora de reducir el impacto medioambiental. Y en la educación es necesario dar ejemplo. Los niños son esponjas y los mayores proyectamos mucha influencia en ellos. ¿Os habéis fijado cómo interiorizan lo que les enseñan en la escuela?

Seguro que a muchos de vosotros os ha pasado esto: vuestros hijos, en un momento determinado, os han dicho que hay que cerrar el grifo mientras uno se lava los dientes; que no se puede desperdiciar agua; que el agua es un bien escaso. Esto se lo enseñan en la escuela. Si los mayores tomamos buen ejemplo y proyectamos una buena actitud, incluso demostramos que les hacemos caso y nos implicamos, estos valores perdurarán en el tiempo y ayudarán a reducir el impacto medioambiental.

 

Educando en valores podemos mejorar el impacto medioambiental.

 

¿Qué es el crecimiento? ¿Qué es la evolución? A menudo se plantea esta cuestión y se suele ligar a los datos económicos. La evolución no pasa por tener más dinero, facturar más, incrementar los beneficios o acumular muchos bienes materiales. Estos indicadores son necesarios, pero debemos colocarlos en su lugar y separarlos de otros que son mucho más importantes. Como aquellos que ayudan a reducir el impacto en el medioambiente.

Crecer y evolucionar en la buena dirección, está ligado a una mejora de las condiciones de vida de las personas. Y también a una mejora en la vida de todos los seres vivos que habitamos el planeta. Y no únicamente de las personas. No seamos tan egocéntricos. No tenemos ningún derecho adquirido para decidir el futuro de los animales, las plantas, los océanos o los bosques. Simplemente nos estamos aprovechando de todos los recursos y, por lo tanto, explotando nuestra posición de poder frente a todo lo demás. Somos los causantes del impacto en el medioambiente.

 

Nuestra actividad tiene consecuencias negativas para el medioambiente.

 

Nuestros actos tienen un impacto muy grande en todo lo que nos rodea. No podemos seguir así. No nos interesa seguir así. El problema es que la educación en valores medioambientales ha brillado por su ausencia. Poco a poco muchas personas han tomado consciencia del problema y de la necesidad de frenar y de cambiar. Pero seguimos siendo pocos, deberíamos ser todos. Los niños reciben inputs positivos en las escuelas, se les habla del medioambiente, de la necesidad de preservarlo. De que nuestros malos hábitos son los causantes del problema. Pero necesitamos que esto se extienda también al resto de la sociedad.

Los padres tenemos una responsabilidad en la educación de nuestros hijos. Y esa responsabilidad va mucho más allá de proporcionarles los recursos necesarios para que tengan una educación reglada y lo más amplia posible. Debemos educar también en valores y asumir nuestra parte de responsabilidad en todo esto.

 

La actividad humana produce un impacto en el medioambiente.

 

El bienestar de la humanidad está muy ligado a la preservación del equilibrio de los ecosistemas. Por eso es muy importante medir el impacto de las actividades humanas en el medio ambiente; para poder identificarlo y reducirlo. Esto nos ayudará a plantear y avanzar hacia un desarrollo más sostenible. Hacia una evolución real, mucho más allá de los indicadores económicos. La actual pandemia de la covid-19 es un claro ejemplo de cómo la alteración de los ecosistemas puede perjudicarnos de forma notable.

La deforestación provoca que personas y animales que hasta ahora no estaban en contacto, se encuentren, y este contacto no es nada beneficioso para ninguna de las partes. La acción humana desestabiliza la fauna, la flora y el planeta.

La educción debe centrarse en aportar esos valores necesarios a los más pequeños. Aunque visto lo visto, ¿a qué escuela deberíamos ir los mayores para tomar consciencia y dejar de romperlo todo? ¿De qué sirve que nos empeñemos en educar a nuestros hijos si los mayores no predicamos con el ejemplo? Es evidente que debemos seguir educando en valores medioambientales a los más pequeños, por supuesto, pero no sigamos destrozándolo todo los mayores.

 

¿Qué es el impacto en el medioambiente?

 

El impacto en el medioambiente, está provocado por determinadas actividades humanas que generan una ruptura en el equilibrio natural y ambiental del planeta. Algunas de estas actividades perjudiciales para el medio ambiente, son:

  • Emisión de gases que contaminan el aire
  • Actividades industriales que contaminan los océanos y los mares
  • Estos impactos medioambientales contaminan el suelo, los ríos y las aguas subterráneas
  • Otro aspecto a tener en cuenta es la contaminación acústica que producen fábricas, vehículos…
  • Con estas actividades generamos una cantidad ingente de residuos que terminan en los ríos, los mares, los bosques… y dañan el medioambiente.
  • Todas las acitividades nocivas terminan provocando un empobrecimiento en los ecosistemas y también en la biodiversidad.

Visto todo esto, la mejor propuesta es seguir educando en valores medioambientales a todos los niños del planeta. Porque el futuro son ellos, porque la preservación de los ecosistemas es una cuestión crítica.

Tomemos el buen camino. Implicándonos y ayudando en todo lo posible a mejorar los indicadores. Y seamos un buen ejemplo para las nuevas generaciones. Nos va mucho en ello. Nos va la preservación de la vida en el Planeta.